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141. VIRGILIO ''Bucólicas''; ''Geórgicas''; ''Apéndice vigiliano''.pdf



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APÉNDICE VIRGILIANO INTRODUCCIÓN GENERAL

J. L. VIDAL TRADUCCIONES, INTRODUCCIONES Y NOTAS POR

TOMÁS DE LA ASCENSIÓN RECIO GARC~A Y

ARTURO SOLER RUIZ

BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 141

Asesores para la sección latina: JAVIERISOy JOSÉ LUISMORALEJO. Según las normas de la B. C. G., las traducciones de este volumen han sido revisadas por J. GONZÁLEZ VÁZQUEZ,JOSÉLUISMORALEJO y ENCARN A C I ~ NDEL BARRIO SANZ.

O EDITORIAL CREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1990.

Las traduccciones, introducciones y notas han sido llevadas a cabo por TOMÁSDE w ASCENSI~N RECIOGARC~A (Bucdlicas y Gedrgicas) y ARTUROSOLERRUIZ (Apéndice virgiliano).

Depósito Legal: M. 34998-1990.

ISBN 84-249- 1424-4.

m + s,."-"-,

Impreso en Espafia. Printed in Spain. Grzificas Cóndor, S. A., Sanchez Pacheco, 81, Madrid, 1990.

- 6342.

INTRODUCCIÓN GENERAL

Era grande de cuerpo y de talla, de tez morena, aspecto de campesino... Y así aparece en el retrato, probablemente fidedigno, del mosaico de Hadrumetum, joya en nuestros días del Museo del Bardo, en Túnez: los cabellos cortos, la toga llevada con desmaño, las sanddias poco ajustadas a sus pies de rústico. Está sentado entre dos musas, Calíope, musa de la poesía épica y Melpbmene, de la tragedia; tiene sobre sus rodillas un volumen abierto por este verso Musa mihi causas memora.. ., el octavo de la Eneida. Es Virgilio. Su nombre llena la historia de Occidente.

FUENTES PARA LA RECONSTRUCCI~NDE LA VIDA DE VIRGILIO

Para reconstruir la vida de Virgilio contamos fundamentalmente con tres tipos de materiales: testimonios autobiográficos, extraídos de las obras del propio Virgilio, testimonios de los autores contemporáneos o inmediatamente posteriores y, naturalmente, las biografías antiguas de Virgilio, las Vitae Vergilianae.

Testimonios autobiográficos

Si aceptamos, como hacen la mayor parte de los críticos, la autenticidad de las composiciones Catalepton V y VI11 de la Appendix Vergiliana, tenemos en ellas las más antiguas referencias de Virgilio a su propia vida. En el primer caso se trata de su despedida de la retórica, cuando está a punto de emprender el camino de la filosofía de mano del epicúreo Sirón; en el segundo el poeta, instalado en la modesta villa de Sirón, expresa sus votos de que ella sea nuevo hogar para su familia, si es que ésta ha de abandonar Mantua y Cremona. Ambos testimonios apuntan a la situación de la familia de Virgilio poco después de la batalla de Filipos, origen de la confiscación de tierras que la afectó, por tanto entre los años 42 y 41 a. C. Es en las Bucólicas donde encontramos la mayor parte de las referencias de Virgilio a sus propias vicisitudes. Aunque no aceptemos la posición de quienes buscan en ellas las claves concretas de los episodios de la confiscación que sufrió la familia de Virgilio, ni la de quienes han creído descubrir tras cada uno de sus personajes a otro concreto de su época, no cabe duda de que ep las piezas 1 y IX de la colección encontramos los ecos de la angustia, la esperanza, primero, y luego la desolación del desposeído Virgilio; por otra parte, algunos de los poderosos de su tiempo, así como amigos de Virgilio y poetas de su entorno, están o expresamente presentes o claramente aludidos en bastantes lugares de las Bucólicas. Asinio Polión, a cuyo consulado en el año 40 se refiere la cuarta, aparece como impulsor de la poesía virgiliana en la tercera (VV.84 y SS.) y como vencedor de la guerra ilírica (en el año 39) en la octava (VV.6 y SS.); Alfeno Varo, cónsul en el aÍío 39, aparece en la novena en términos que muestran que e n 1

él está depositada la esperanza de Virgilio (Ec. IX 27) en un momento en que sobre sus tierras ronda el fantasma de la confiscación y, por tanto, en torno al año 41; a Varo también va dedicada la sexta (Ec. VI 6 y SS.). Vario Rufo y Helvio Cinna son poetas alabados en la novena (v. 3 9 , mientras que unos tales Bavio y Mevio son citados como malos poetas en la tercera (v. 90). En fin, Cornelio Galo llena con su problemática presencia la última Bucólica y es posible que sean sus temas poéticos los mencionados en unos célebres versos de la sexta (VV.64 y SS.). El final de las Geórgicas es uno de los lugares en donde Virgilio se refiere a sí mismo de la manera más explícita y, al mismo tiempo, poética. Allí afirma haberlas escrito en Nápoles mientras el César (es decir, Octavio) guerreaba en el Asia (en el año 30) y recuerda el tiempo en que bajo el nombre de Títiro cantaba desocupado las Bucólicas (G. IV 559-566). Las referencias a Tarento (G. 11 197, y IV 125-148) y a Mantua (11 198 y s.), la invocación a Mecenas al principio de cada libro, a Octavio como nuevo dios (1 24-42, 503-504) o como vencedor en los confines del Asia (11 170-172, cf. supra), la intención expresada por Virgilio, al inicio del libro 111, de cantarlo en un nuevo poema, igual que antes había declarado cómo emprendía las propias Geórgicas (11 173-176), deben ser tenidas en cuenta a la hora de reconstruir la biografía de Virgilio. La intención de la Eneida y su mismo tono no la hacen apta para la referencia autobiográfica que, no obstante, tendría un lugar preeminente al comienzo mismo del poema, si fueran auténticos -lo que generalmente no se acepta- los famosos versos Ille ego qui quondam... en los que Virgilio,

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Dicen así: ZIIe ego qui quondam gracili modulatus auena / carmen, et egressus siluis uicina coegi / ut quamuis auido parerent ama colono,

tras referirse a sí mismo como cantor de las Bucólicas y las Gedrgicas, anunciaba que iba a cantar un poema épico. Servio, el famoso comentarista de Virgilio, afirma, en efecto, que esos versos comenzaban la Eneida de Virgilio y que fueron Vario y Tuca, los editores del poema, quienes los suprimieron.

Testimonios de los autores coetáneos y posteriores Se trata de algunas composiciones de Horacio, Propercio y Ovidio, así como de fragmentos de Mecenas, de Julio Montano, de Gayo Meliso, de Séneca el Viejo y, posteriormente, de Lucano, Estacio, Marcial, Plinio el Joven y Tácito, que ofrecen datos sobre la vida y, a veces, sobre dichos de Virgilio 2 . Una gran parte de estos testimonios -y de ahí su importancia específica- proceden de obras escritas en los dos primeros siglos de nuestra era, pero que no han llegado hasta nosotros. En algunos casos su documentación era especialmente buena, como aquella que ofrecía e1 «Libro de los amigos de Virgilio)), si es que como tal se recogieron las opiniones de Vario y Tuca, los editores / gratum opus agricolis, at nunc horrentia Martis.. . («Yo, aquél que en otro tiempo compuse mi canto al son de leve flauta y, saliendo de los bosques, obligut a los campos vecinos a obedecer, aunque ávido, al colono, obra grata a los labradores, ahora de Marte las hórridas [armas canto]))). Estos textos, así como los de Virgilio mencionados en el apartado anterior, están reunidos en la edición virgiliana de R. SABBADINI, P. Vergilii Maronis Opera 1, Roma, '1937, págs. 1-18. Para los testimonios de autores coetáneos y posteriores a Virgilio puede verse también Vergil. Landleben, ed. J. & M. GOTTE, Munich, 1970 [hay ediciones posteriores), págs. 406-420. Un ejemplo de utilización critica de todo este material en Vergil. Hirtengedichte, ed. H. NAUMANN, M u ~ c hs., d., págs. 8-11.

de la Eneida por mandato de Augusto, y lo que ellos y otros amigos de Virgilio escribieron contra los obtrectatores Vergilii, los ((detractores de Virgilio)); o como la que ofrecían los libros de Higino, el bibliotecario de Augusto, quien tuvo sin duda acceso a documentos tan importantes como el testamento del poeta; o como la que manejaron los primeros comentaristas y estudiosos de Virgilio, Asconio Pediano, Emilio Aspro, Flavio Capo y, sobre todo, el famoso gramático Marco Valerio Probo 3 . Todos ellos tuvieron que conocer, además, los escritos de los mencionados detractores o enemigos de Virgilio, como Carvilio Píctor, Herenio, Perilio Faustino, quien realizó la lista de los «plagios» de Virgilio, o Quinto Octavio Avito, quien dedicó ocho volúmenes a «denunciar» los prestamos de Virgilio y su lugar de procedencia. Para nuestro propósito sera suficiente mencionar algunos de los lugares donde los escritores contemporáneos del poeta lo recuerdan o traen a colación sus opiniones, así la Sátira 1 5 de Horacio, en la cual se narra el viaje que emprende con Mecenas hacia Brindis, donde iba a celebrarse una crucial entrevista entre Octavio y Marco Antonio (en el 37 a. C.): en Sinuesa se les unieron Plocio Tuca, Vario y Virgilio, animae qualis neque candidiores / terra tulit neque quis me sit deuinctior alter (HoR., Sat. 1 5, 41 y s.); en Capua hacen un alto los amigos y mientras Mecenas se ejercita en el juego de pelota, se van a dormir Horacio y Virgilio, perezoso el primero y delicado del estómago el segundo 4. En la oda

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De Probo tendríamos, sin embargo, datos transmitidos directamente si fuera auténtica la biografía virgiliana conocida como Yira Probiana o Vira Probi, de la que hablaremos más adelante. Que Virgilio padecía del estómago es corroborado por la Vita de Suetonio-Donato, 8: narn plerurnque a stomacho... laborabat.

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tercera del primer libro -publicado en el año 23 a. C.se nos habla de un viaje de Virgilio a Atenas y en la vigésimo cuarta del mismo libro Virgilio aparece asociado a Horacio en el dolor por la muerte de su común amigo Quintilio. Propercio anuncia la inminente aparición de la Eneida en versos justamente famosos: Cedite Romani scriptores cedite Grai: / nescio quid maius nascitur Zliade (PROP., 11 34, 65 y s.) 5 , pero el pasaje tiene aún mayor interés biográfico por sus detalladas referencias a las Bucólicas (VV.67-80). Quizá el punto final más adecuado para esta sección sea el famoso testimonio de Ovidio, cuando en su autobiografía nos dice que a Virgilio sólo lo pudo conocer de vista: Vergilium uidi tantum (Ov., Trist. IV 10, 51). En los autores postaugusteos el inventario de los testimonios sobre la vida de Virgilio se enlaza ya con la descripción de la pervivencia del poeta, es decir, con el inicio de un tema inmenso y todavía abierto. Nos limitaremos, por tanto, a seleccionar algunos del siglo posterior a la muerte*de Virgilio. Plinio el Viejo (VI1 114) nos da un testimonio precioso sobre el controvertido tema de las disposiciones testamentarias de Virgilio respecto a la Eneida: según este autor, Augusto mandó que se publicara contra el expreso deseo de Virgilio, que quería que se quemara. Séneca el Viejo (Controu. 111 8) nos transmite que Virgilio perdía su buen estilo en la expresión en prosa 6. Entre las referencias a Virgilio que contiene la obra de Marcial debe Suetonio-Donato, Vita, 30, recoge estos versos de Propercio en el pasaje que dedica a la expectación con que toda Roma, empezando por el propio Augusto, seguía la gestación de la Eneida. El testimonio aparece corroborado por la opinión de Meliso, recogida en Suetonio-Donato, Vita, 16, según la cual Virgilio «al perorar era muy lento y casi parecía un ignorante» (in sermone tardissimum, ac paene indocto similem fuisse).

destacarse el pequeño esbozo biográfico que nos da en VI11 56, 5-20. Tácito (o quien escribiera el ({Diálogo de los orad o r e s ~ )nos refiere una anécdota que pone de relieve la extraordinaria fama y admiración que Virgilio ya despertara en vida: el público que asistía en el teatro a una recitación de versos de Virgilio en la que él mismo estaba presente, poniéndose en pie, le tributó honores como los que se rendían a Augusto (Dial. de or. 13). Con lo que llevamos dicho se agota prácticamente todo lo que sabemos de Virgilio fuera de lo que nos dicen sus biografías «canónicas», las Vitae Vergilianae. Como veremos en seguida, los múltiples datos, anécdotas y opiniones que ellas nos transmiten deben ser sometidos a caución y en ese trabajo la confrontación con lo que sabemos de Virgilio por testimonio de quienes lo conocieron o de quienes recogieron las opiniones de estos últimos es, a menudo, decisiva.

« Vitae Vergilianae~

Ha llegado hasta nosotros una gran cantidad de manuscritos que contienen biografías de Virgilio. Se trata de textos generalmente antepuestos a escolios o comentarios de las obras virgilianas y que, precisamente por su estrecha vinculación con ellos, se han visto sometidos a las vicisitudes típicas de la transmisión de la literatura filológicoescolástica '. Los eruditos y gramáticos que comentaban

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La más completa edicih de las Vitae Vergilianae, por la cual citaremos salvo advertencia en sentido contrario, es la de K. BAYER,VergilViten in Vergil. Landleben [cit. en n. 21, págs. 211-405 (edición con traducción alemana) y 654-780 (comentario).

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y ensefiaban a Virgilio copiaban, interpolaban, resumían y, en general, elaboraban el materia1 de sus fuentes. La

investigación filológica ha intentado desde hace mas de un siglo establecer las relaciones de dependencia entre la masa de Vitae transmitidas para aislar aquellas que pueden considerarse primarias u originarias, de las cuales derivan todas las demás. Sólo a partir de ese momento se puede proceder a la crítica del contenido de esos datos y determinar su valor para reconstruir la biografía de Virgilio. De acuerdo con K. Bayer las Vidas originarias son las siguientes:

- la Vida de Suetonio-Donato (Vita Suetonii uulgo Donatiana = VSD), - la Vida de Servio (Vita Seruii= VS), - la Vida atribuida a Probo (Vita Probiana= VP), - la Vida de Berna (Vita Bernensis o Libellus- Vita= VB 1) lo. Como hemos dicho, en estas vidas originarias se contiene el grueso de las fuentes con las que se reconstruye la biografía de Virgilio. De ellas ha podido afirmar K. Bayer que «contienen al máximo material auténtico, sin que eso signifique, sin embargo, que cada detalle merezca garantia» ' l .

El primer trabajo moderno sobre las Vitae es el de H. NETTLESHIP, Ancient lives of Virgil, with un essay on the poems of Virgil, Oxford, 1879. K . BAYER,Virgil-Viten, piigs. 654-655. 'O Utilizamos para estas biografías las siglas propuestas por K. BAYER, Vergil-Viten, págs. 657-658. Conviene tener en cuenta que en la lista de Bayer las abreviaturas vienen ordenadas alfabéticamente por la segunda letra. " K. BAYER,Vergil-Viten, pág. 658.

El resto de las Vitae no necesita ser considerado a nuestro propósito, pues dependen abiertamente de la VSD, cuyos datos copian, trivializan, resumen o amplifican. Haremos, no obstante, una excepción con la Vida de Focas (Vitu Focae= VF) y con los fragmentos de la Crónica de San Jerónimo que se refieren a Virgilio (Excerpta Sancti Hieronymi o Vita Hieronymiana= VH), que suelen ser incluidos entre las Vi&e antiquae 12. Hay, finalmente, un amplio grupo de Vidas, como las llamadas Noricense, Monacense, Gudianas, etc., conservadas en manuscritos de los siglos IX y x, cuyos datos entran de lleno en el reino de lo gratuito y lo maravilloso y que interesan en realidad mucho más a la leyenda que a la biografía de Virgilio 13. Demos ahora una breve ojeada a las Vitae Vergilianae que vamos a utilizar: VSD. - Elio Donato, gramático romano del siglo N d. C. y maestro de San Jerónimo 14, escribió un comentario a Virgilio del que han llegado hasta nosotros tres partes: una carta en la que dedica su obra a un desconocido L.

l2 Así lo hace el editor oxoniense C. HARDIE,Vitae Vergilianae antiquae, Oxford, 1966 [ = *1957], piigs. 36-38, quien, en cambio, no ofrece la VB 1. l 3 El complejo de las Vitae Vergilianae ha sido tratado por W. SUERBAUM,«Van der Vita Vergiliana über die Accessus Vergiliani zum Zauberer Virgilius. Probleme - Perspektiven - Analysen~,Aufsrieg und Niedergang der Romischen Welt [en adelante ANR WJ11 31, 2, Berlín - New York, 1981, págs. 1156-1262. j4 Sobre Elio Donato debe verse ahora G. BRUGNOLI, S. U. «Donato, Elio)), Enciclopedia Virgiliana [en adelante Enc. V.] 11, Roma, 1985, 125-127. Recordemos que no debe confundirse a Elio Donato con Tiberio Claudio Danato, que vivió a fines del siglo v y escribió unas Interpretationes Vergilianae (ed. de H. Georgii, Lipsiae [Teubner], 1905-1906).

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Munacio, la Vita Vergilii que estaba al frente del comentario, y la Praefatio a las Bucólicas 15. Ahora bien, E. Donato no es en realidad el autor de la Vita Vergilii; lo que él hizo fue utilizar la biografía correspondiente a Virgilio del De poetis de C . Suetonio, una colección de biografías literarias, partes de la cual han llegado hasta nosotros por tradición indirecta, como las Vidas de Lucano, de Horacio y de Terencio, esta ultima puesta también por Donato al inicio de su comentario a Terencio 16. Ocurre, sin embargo, que, mientras que en el caso de la Vida de Terencio, Donato declara haberla copiado directamente de Suetonio, para la Vida de Virgilio no contamos con ninguna declaración explícita ''. Esto ha abierto un complejo problema crítico, el de discernir hasta dónde llega, si es que la hubo, la interpolación de Donato sobre el texto suetoniano, problema del que no podemos zafarnos del todo cuando intentamos reconstruir la biografía de Virgilio: es evidente l5 La carta ha llegado hasta nosotros en un solo manuscrito (P = Parisinus Latinus 11308), mientras que la Vita y la Praefatio a las Bucólicas se nos han conservado en numerosos manuscritos, como cuadra a su carácter de fuentes de todas las introducciones a los comentarios virgil i a n o ~de la tardía antigüedad y de la Edad Media. Seguimos la edición de K. BAYER,Virgil-Viten, págs. 212-213 (carta), 214-241 (Vita y Praefatio), 659-687 (comentario). l6 El De poetis era una de las secciones de una obra suetoniana, el De uiris illustribus, que sólo se nos ha conservado fragmetariamente y en parte por tradición indirecta. Sobre los problemas de la reconstrucción posible de este libro véase el buen resumen que dan Y. GARC~A (et. al.), Biografías literarias /latinas, Madrid (B. C . C., M), 1985, phgs. 28-37. 17 La epístola a L. Munacio se refiere, es cierto, al método que ha seguido Donato al componer su comentario, pero no proporciona elementos que puedan aplicarse con seguridad a la cuestión de la autoría de la Vita. Cf. G. BRUGNOLI, ((Donato e Girolamon, Vet. Chr. 2, 1965, 139-149.

que los datos de Suetonio merecen, en principio, mayor crédito que las elaboraciones posteriores de Donato. El problema ha merecido una bibliografía importante y controvertida, incluso polémica, que ha servido por lo menos para que actualmente podamos sentirnos moderadamente optimistas sobre la paternidad suetoniana de la Vida ls. La pregunta sobre la fiabilidad de la Vita se convierte ahora virtualmente en la pregunta sobre el tipo y calidad de las fuentes que utilizaba Suetonio 19. Una gran parte de ellas son las mismas que anteriormente hemos clasificado como testimonios autobiográficos o de otros autores coetáneos o posteriores. Así en la VSD aparecen citas de lugares virgilianos -de las obras canónicas y de la Appendixutilizados con fines biográficos, así como se registran manifestaciones del propio Virgilio que Suetonio pudo leer l 8 Algunos autores se han mostrado decididamente partidarios de hablar de una Vida de Suetonio, como H. NAUMANN, «Suetons Vergilvita~, RhM 87 (1938), 334-376 (quien, no obstante, seiiala un lugar interpolado por Donato), o A. ROSTACNI, Svetonio 'De poetis' e biografi minori, Turin, 1944 (que es el único en inclinarse por considerarla en su totalidad suetoniana). Más críticas son las posturas de E. DIEHL,Die Vitae Vergilianae und ihre antiken Quellen, Bonn, 1911, y, sobre todo, en polémica con Naumann y Rostagni, de E. PARATORE, Una nuova ricostruzione del 'De poetis' di Suetonio, Bari, *1950. El hecho de que, abordando e1 problema desde una perspectiva especialmente atenta al uso lingüístico y estilístico de Suetonio, R. M. GEER,«Non-Suetonian passages in the life of Vergil formerly ascribed to Donatus», TAPhA 57 (1926), 107-115, y K. BAYER,Der Suetonische Kern und die spateren Zusatze der Vergilvitu, tesis., Munich, 1952, hayan llegado a soluciones considerablemente próximas hace pensar que el problema se acerca a su solución definitiva. La lista de los lugares tenidos por interpolados por los diversos críticos puede verse en K. BAYER, Virgil-Viten, págs. 661-664. l 9 Véase al respecto K. B ~ C H N E R Virgilio. , 11 poeta dei Romani, ed. italiana, Brescia, '1986, pags. 19-28; H. NAUMANN, Vergil, págs. 15-21; K . BAYER,Vergil-Viten, págs. 664-682, a quien seguimos en nuestra exposición.

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en escritos como el «Libro de los amigos» 20 o el que Asconio Pediano escribió contra los detractores de Virgilio 'l, ambos ya mencionados anteriormente. Igualmente se saca provecho de pasajes de otros autores, como el lugar properciano arriba citado, o se les nombra expresamente como fuentes de una afirmación, como se hace con Plocia Hieria y Asconio Pediano (VSD lo), con Meliso (VSD 16), con Séneca el Viejo y Julio Montano (VSD 29), con Eros, liberto de Virgilio (VSD 34), y con el gramático Niso (VSD 42). Pero al lado de estas fuentes tradicionales hay otras de interés excepcional y que revelan la mano de Suetonio, a saber, cuando el texto de VSD supone el acceso a un documento original: así ocurre con VSD 3 1, donde se copia una carta de Augusto, y con VSD 37, donde la precisión de la terminología revela la consulta del testamento de Virgilio. Suetonio, como secretario de Adriano, tuvo a su disposición los archivos de Estado, de los que sin duda hizo uso aquí y, sobre todo, en muchos pasajes del libro sobre los doce césares. Por lo que hace al resto de 20 La existencia de un escrito de ese tipo fue defendida sobre todo por W. ALY, «Die Ueberlieferung von Vergils Leben)), P h W 43 (1923), 645-648, pero es un hecho muy controvertido. El más importante argumento a su favor se obtiene de la comparación de VSD 22, con un pasaje de Aulo Gelio (17, 10, 2). En ambos casos se está tratando de la composición de las Geórgicas y en ambos se dan detalles que nos permiten afirmar que la fuente es la misma, pero mientras en VSD permanece oculta tras un impersonal traditur, en Gelio está claramente indicada: amici... familiaresque P. Vergilii in his quae de ingenio moribusque eius memoriae tradiderunt. Este escrito de los amigos de Virgilio es probablemente la fuente de otros pasajes de la VSD (por ejemplo, 24, donde las palabras del propio Virgilio son introducidas por un aiebat; o en 46, donde lo son por un ait). 21 Véase VSD 46: Asconius Pedianus libro quem contra obtrectatores Vergilii scripsit, etc.

las noticias contenidas en la VSD, o proceden de fuentes anónimas introducidas por expresiones del tipo ferunt, uulgatum est, constat, traditur, fertur, o están expresadas de forma categórica, constituyendo el entramado de la Vita. Por lo que se refiere a las primeras, ya se ha dicho 22 que en algunos casos aquellas expresiones encubren una buena fuente, generalmente el ((Libro de los amigos de Virgilio», y no hay motivos para desconfiar de Suetonio en los casos en que esto no se puede probar. Para las noticias que VSD da en forma categórica puede mantenerse esta misma opinión, siempre que se introduzca una reserva: la que se refiere a datos que puedan proceder de la interpretación alegórica de la obra de Virgilio 23. El alcance de esta interpretación en la composición de la VSD fue excesivamente valorado por E. Diehl 24 y limitado luego por Büchner a tres pasajes de la Vita: la noticia de los amores de Virgilio por los esclavos Cebete y Alejandro, «a quien llama Alexis en la segunda égloga de las Bucólicas» (VSD 9); la de la muerte del hermano de Virgilio, Flaco, que el poeta «llora bajo el nombre de Dafnis» (VSD 14), es decir en la quinta bucólica, y la noticia del riesgo de muerte que corrió Virgilio a manos de un veterano (VSD 20), la cual es posible -pero no verosímil, como dice Büchner- que se haya derivado de una exégesis per allegoriam de la novena bucóliVéase, pág. 18 y nota 20. La biografía antigua recurre con frecuencia -no sólo para colmar las lagunas de los datos, sino por motivos del género literario mismo que constituye- a la ((exégesis alegórica» de la obra literaria como fuente para el conocimiento de las vicisitudes personales del autor, las cuales ((Esegesi allegorise suponen transcendidas en su obra. Cf. E. COLEIRO, ca», s. v. «allegoria» en Enc. V. 1, Roma, 1984, págs. 105-1 1 1 (con abundante bibliografía). 24 E. DIEHL,D ie Vitae, cit., pág. 6 y passirn. 22

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ca 2 5 . En definitiva el análisis de las fuentes de VSD nos permite una valoración moderadamente positiva: no hay motivos para desconfiar de que los datos existentes sobre la vida de Virgilio hayan sido honradamente reflejados. Cosa distinta -y absolutamente irremediable- es la deformación que aquellos datos hubieran podido sufrir cuando -casi un siglo después de la muerte del biografiadose empezó a recogerlos para confeccionar una Vida de Virgilio 26.

VS. - El gramático Servio, nacido hacia el 370 y quizá discípulo de Elio Donato, es el autor del mas importante comentario a Virgilio que se nos ha conservado 27. En él e inmediatamente antes del comentario a la Eneida -y no, como es habitual, antes del comentario a las Bucólicasaparece una Vida de Virgilio que sigue claramente la VSD, pero que es mucho más breve 2 8 . Precisamente por la manera compendiada en que aparecen los datos se ha defendido que la Vita tal como ha llegado hasta nosotros sea producto de una mutilación de la original 2 9 , o de una redacción abreviada y bien elaborada de ella en la que quedarían rastros de buenas fuentes pre-suetonianas, con lo 25

Véase K. BUCHNER,Virgilio, cit., págs. 27-28. La bien fundada cautela es de C. Hardie, a cuyo planteamiento de la cuestión remitimos: C. HARDE, Vitae, cit., págs. XIII-XXIII. Sobre Servio véase ahora G. BRUGNOLI, S. U . «Servio», Enc. V. IV, Roma, 1988, pags. 805-813. Utilizamos la edición de K. BAYER,Vergil-Viten, pags. 242-245 (edición) y 688-698 (comentario). 29 Así ya E. NORDEN,«De uitis Vergilianisn, RhM 61 (Iw,166-171, esp. 169-171, y, más recientemente, E. FRAENKEL en su recensión al vol. 11 de la editio Haruardiana de Servio (1946) [ = KIeine Beitrüge zur Klassische Philologie 11, Roma, 1964, 339-390, esp. 3531.

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que la VS seria testimonio de una tradición independiente del filón suetonio-donatiano 30. En realidad la especial formulación de la VS se explica como resultado de la manera de componer de Servio, sin que sea necesario buscar fuente alguna fuera de VSD 3 1 . Las diferencias de VS con respecto a VSD son mínimas -VS da el nombre del padre y de la madre de Virgilio: patre Vergilio rnatre Magia; VS ofrece una versión más detallada de la confiscación; etc.y se dejan explicar como interpolaciones de Servio 32. VP. - Los manuscritos que nos transmiten la VP la atribuyen a marco Valerio Probo, el famoso gramático del s. I d. C., quien editó y comentó el texto de Virgilio 3 3 . Aunque esta atribución no careció de partidarios 34, hoy en día nadie duda de que la VP en el estado en que se nos ha conservado remonta su composición al siglo v o VI. Cosa distinta es si la fuente de su información puede ser antigua y valiosa, como defendió K. Büchner, para quien

'O Es lo que defiende K. BUCHNER, Virgilio, cit., pág. 12 y págs. 17-19, respectivamente. " Véase H. NAUMANN, «Die Arbeitsweise des Servius)), RhM 118 (1975), 166-179. Véase K. BAYER,Vergil-Viten, págs. 697-698. Los últimos aííos han visto un aumento extraordinario de la investigación sobre el comentario de Servio, lo cual afecta parcialmente a algunos aspectos -distintos de los que aquí nos interesan- de la VS. Al respecto véase W. SUERBAUM, «Die Servius-Vita un der Servius-Kommentar)) en «Von der Vita Vergiliana ...», págs. 1213-1220. " Sobre el sentido de la labor editora de Probo y el alcance de su comentario véase ahora L. LEHNUS,S. U. «Probo», Enc. V. IV, Roma, 1988, págs. 284-286. 34 Así L. AONÉS,«Sull'autenticita della Vita Vergilii di Probo)), RFIC, n. s., 19 (1942), 169-178.

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con Probo y Servio estamos ante un filón independiente de la tradición suetonio-donatiana y que se remonta a buenas fuentes presuetonianas 35. Pero tampoco eso puede ser aceptado al haberse demostrado que la VP depende de VSD y VS 36 y, para algún dato, de una fuente tan indiscutiblemente tardía como la VF 37. Un lugar de la VP, no obstante, ha causado la polémica entre los estudiosos de la biografía de Virgilio. Se trata de la mención de la distancia de Andes, el lugar natal del poeta, a Mantua: milia passuum XXX, según la tradición manuscrita, lo que coloca a la VP en oposición al resto de la tradición biográfica virgiliana, unánimemente de acuerdo en señalar que esta distancia era muy corta; milia passuum IZI, si se acepta la corrección más extendida, lo que resuelve de un plumazo todo el problema, sobre el que más tarde volveremos 38.

VB I. - Esta cortísima Vita -dieciséis líneas en la edición de K. Bayer 39- aparece sin atribución de autor en la tradición manuscrita y no menciona fuente alguna para las noticias que contiene. Sin embargo, alguna de ellas es desconocida por el filón suetonio-donatiano, así la dignidad de eques romanus atribuida al padre de Virgilio, la mención de Augusto como condiscípulo de Virgilio bajo el maesK. BWCHNER, Virgilio, cit., págs. 16-19. Véase H. NAUMANN,«Wert und Zusammenhang der Jüngeren VergilViten)), WS 87 (1974), 116-121. Véase G. BRUGNOLI, «La vita Vergilii di Foca fonte della vita Prob i a n a ~ ,Philologus 1 O8 (1 964), 148-152. Leemos la VP por la edición de K . BAYER,Vergil-Viten, págs. 246-249 (edición) y 698-709 (comentario). Véase, además, L. LEHNUS, «Verso una nuova edizione del commento virgiliano attribuito a Probo. La vita Vergilii)), Scripta philologa 3 (1982), 179-211. 39 Vergil-Viten, pág. 248 (edición) y págs. 709-713 (comentario). 35

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tro Epidio y la exégesis alegórica del verso sexto de la primera bucólica: Deus nobis haec otia fecit.

VF y VH. - El gramático Focas -cuya vida se data en el siglo v- escribió una Vifa Vergilii que destaca entre las demás por su peculiar forma, puesto que está escrita en hexámetros, y que interesa sobre todo como testimonio de la admiración ilimitada por Virgilio que está en la base de las leyendas virgilianas 40. En el prefacio de su traducción al latín de la Crónica de Eusebio, San Jerónimo afirma haberla completado con noticias extraídas de Suetonio 41. Las referidas a Virgilio se suelen reunir en una plausible Vita Hieronymiana 42,CUYO interés radica en el método de trabajo de San Jerónimo, quien se veía obligado a distribuir los datos por olimpíadas, según su modelo griego 43, y en la posible influencia de Donato, maestro de San Jerónimo, que explica divergencias con respecto a la fuente suetoniana 44.

40

En K. BAYER,Vergil-Viten, la edición ocupa las páginas 292-299

y el comentario las páginas 718-732. Ha merecido los honores de una edición separada, debida a G. BRUGNOLI, Foca. Vita di Virgilio, Pisa,

1984. Acompañada de traducción espafiola puede verse en J. L. VIDAL, «La Biografía de Virgilio escrita por Focas)), Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura 57, 1 (1981), 1-17. 4' JERÓN.,Chron. 6 H . , Eusebius huius conditor libri... pura Graeca translatio... admixta sunt quae de Tranquillo... curiosissime excerpsi. 42 Así en K . BAYER,Vergil-Viten, pág. 326 (edición) y págs. 742-743 (comentario). 43 Cf. R. HELM,Hieronymus' Zusatze in Eusebius Chronik und ihr Wert für die Literaturgeschichte, Leipzig, 1929 [ = Philologus Suppl. Bd. 21, 21, págs. 42-44. Cf. G. BRUGNOLI, ((Donato e Girolarno)), cit.

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VIRGILIO

¿Qué sabemos de Virgilio?

En realidad, muy poco. Esta respuesta podría parecer extraña si nos hemos dejado impresionar por la larga relación de fuentes que acabamos de hacer. Pero si las encaramos con la crítica que exige hoy la historiografía, si no aceptamos los datos que nos proporcionan hasta no haberlos sometido a lo que hoy entendemos por el control de la investigación científica, sólo algunos de esos datos se filtrarán por el cedazo del rigor. Sucede, como es sabido, que la biografía era para los antiguos literatura y, como tal, concebida con una finalidad estética y sometida a Ias convenciones del género literario. Sólo dentro de los límites impuestos por esta doble condición había lugar para la investigación de fuentes y su organización en un discurso histórico. Eso explica que los virgilianistas hayan hecho suya con frecuencia la pregunta que encabeza estas líneas. Recordemos aquí dos ocasiones en que eso ha ocurrido con carácter emblemático: en pleno auge del interés por Virgilio y lo virgiliano, cuando estaba celebrándose el bimilenario del nacimiento del poeta, Tenney Frank se preguntaba «What do we know about Vergil?» 45 y, muy recientemente, al socaire del no menos celebrado bimilenario de su muerte, era Heinrich Naumann quien se hacía la pregunta: «Was wissen wir von Vergils Leben?» 46. Frank había sido bastante cruel con Donato al publicar, unos años antes, su famosa biografía de Virgilio: «La crítica, en efecto -escribía en cabeza de su libro-, ha tratado con dureza la Vida de Virgilio de Donato. Se ha demostrado que 45

46

ES el título de su artículo publicado en CJ 26 (1930/31), 3-11. En AV 24, 5 (1981), 5-16.

la magra Vita es un conglomerado de unos pocos hechos casuales fraguados con una masa de conjeturas tardías derivadas de una pretendida interpretación literal de las Églogas, a las que se agregó, durante las crédulas y neuróticas décadas de la segunda y tercera centurias, un cúmulo de chismes irresponsables» 47. Pero, al huir de esa Escila, el gran filólogo americano cayó en una no menos peligrosa Caribdis: se adscribió a la corriente filológica que defendía la autenticidad de la mayor parte de la Appendix Vergiliana 48 y se lanzó con entusiasmo a rastrear en sus poemas, escritos, según pensaba, en los años de formación de Virgilio, las reminiscencias personales de que estaban llenos. Por su parte H. Naumann se coloca con respecto a la VSD en una situación compleja: de una parte no acepta que haya en ella interpolaciones de Donato -ni, todavía menos, posteriores-, pues defiende encarecidamente, como ya se ha dicho 49, la paternidad suetoniana de la Vita; pero de otra, establecida esa autoría, tampoco acepta que sus datos -y, por tanto, los de Suetonio (!)- tengan validez como fuente 5 0 . Pero, a su vez, eso no le desanimó en su 47 T. FRANK,Vergil. A Biography, Nueva York, 1922 [reimpr. 19651, pág. V. 48 Esta corriente cobró gran impulso durante los aiios treinta, favorecida por el interés que las cuestiones biográficas despertaron en torno a la conmemoración del bimilenario del nacimiento de Virgilio y, más concretamente, por el entusiasmo que suscitaba la posibilidad de descubir en la supuesta obra juvenil del poeta las trazas de su infancia y juventud. Quizá encuentra su mayor exponente en el libro de A. Rostagni, cuya primera edición es precisamente de 1933, Virgilio minore, Turin [2.aed. Roma, 19611. Cf. W. W.BRIOOS,«A Bibliography of Virgil's 'Eclogues' (1927-1977)»,ANR W 11 31, 2, Berlín-Nueva York, 1267-1357,pág. 1284. 49 Cf. ~ S u e t o n s Vergilvita)), cit. en nota 18 y, casi cuarenta aiios después, «Noch einmal: Suetons Vergilvita)), Philologus 118 (1974),257-277. LO paradójico de esa posición ha sido enérgicamente criticado por

propósito de dar una biografía de Virgilio, tarea en la que estaba empeñado cuando le sorprendió la muerte 51. Hemos visto pues, la posición de dos filólogos dedicados a la biografía de Virgilio en los tiempos de una y otra, respectivamente, de las celebraciones bimilenarias con que este siglo ha tenido la suerte de honrarlo. Sin embargo, el escepticismo sobre la información que proporcionan las Vitae en general y la VSD en particular no ha hecho que en la práctica dejaran de utilizarlas ni ellos ni casi ninguno de los que, desde Frank hasta nuestros días, han intentado reconstruir la vida de Virgilio 52. ES como si no hubiera más remedio, es que no hay más remedio. En las páginas que siguen intentaremos una exposición de cuantas noticias transmitidas sobre Virgilio desde la antigüedad están suficientemente fundadas, pero también discutiremos aquellas que lo están menos cuando las avale una tradición de E. PARATORE, «Ancora sulla vita Donatiana di Virgilio», Philologus 121 (1977), 249-263. 51 Naumann se proponía publicar una biografía crítica de Virgilio (segun carta personal del 29. 8. 84) y, en efecto, en el catalogo de 1984 de la editorial Wissenschaftliche Buchgesellschaft de Darmstadt aparece anunciado a suscripción el título: H. NAIJMANN, Zeugnisse zu Vergils Leben. Permítasenos dejar aquí constancia agradecida de la generosidad con que Heinrich Naumann atendió en todo momento nuestras consultas y nos facilitó numerosos originales, que han quedado parcialmente inéditos. 52 Una lista de estudios biograficos sobre Virgilio hasta 1977 la da W. SUERBAUM, «Hundert Jahre Vergil-Forschung: Eine systematische Arbeitsbibliographie mit besonderer Berücksichtigung der Aeneis», ANR W 11 31. 1 , Berlín-New York, 1980, 3-358, págs. 42-46. Nos han sido de especial utilidad los siguientes libros, publicados con posterioridad a aquel año: P. GRIMAL,Virgile ou la seconde naissance de Rome, París, 1985 (hay traducción espaiiola de H. F. BAUZÁ, Virgilio o el segundo nacimiento de Roma, Buenos Aires, 1987); J. GRIFFIN,Virgil, Oxford, 1986; M . GIEBEL,Vergil. Mit Selbstzeugnissen und Bilddokurnenten, Reinbek bei Hamburg (Rowohlt), 1986.

INTRODUCCIÓN

GENERAL

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siglos: no es posible siempre -ni deseable- disecar la vida de la leyenda virgiliana. Nuestro punto de partida es -ya se ha dicho- la tradición suetoniana, que creemos en gran parte preservada en la VSD. Junto a ella se tendrán en cuenta los testimonios extrabiográficos y, naturalmente, la obra misma de Virgilio, entendida menos como azarosa cantera de datos que como realidad espiritual que es y crece inseparable de la realidad personal del autor 5 3 . 5 3 Nuestra posición, de moderada confianza en la VSD, que se alinea, por ejemplo, al lado de la de Büchner (Virgilio, pág. 25 y s.) o, por citar un estudio reciente, la de M. Giebel (pág. 10 de la obra cit. en la nota anterior) puede parecer conservadora o anticuada respecto a la de virgilianistas tan eminentes como J. Perret («Le moyen 2ge et l'antiquité nous ont transmis sur la vie de Virgile un bon nombre de traditions ... 11 est prudent de les considérer plut6t comme documents sur la fortune de Virgile un siecle apres sa mort. Les données biographiques authentiques sont a degager des oeuvres du poete ...», Virgile, n. ed., París, 1965, pág. 7) o E. de Saint-Denis («Les Vies romancées ne sont pas une invention de notre époque: la biographie de Virgile a été, des I'antiquité, embellie de Iégendes.. .n, Virgile. Bucoliques, n. ed., París [col. «Budé»], 1970, pág. VII; aunque más adelante matiza: «le biographe doit utiliser les Vies avec beaucoup de prudente))) o, con referencia a las últimas biografías citadas en la nota anterior, la de J. Griffin («we have Iess solid information about him than the considerable volume of ancient Lives would appear to suggest)), op. cit., phg. 1 ) o la de P. Grimal (((Proponer un Virgilio en una colección de «biografías» es evidentemente un albur. Lo que sabemos de cierto sobre la vida del poeta es muy escaso. Inclusive si uno añade las leyendas y los comentarios que se han acumulado en torno a su persona ... bastarían algunas páginas que no nos enseñarían nada.. . Pero.. . si los documentos y los testimonios se resisten al análisis, o se ocultan, resta la obra)), Virgifío, trad. cit., pág. 13). Pero debe observarse que de todos estos autores sólo Perret se atiene con rigor a su desconfianza en las Vitae -Griffin no cuenta a nuestro propósito porque no se ocupa de cuestiones biográficas-, mientras que los demás en el curso de su exposición las utilizan abundantemente, a pesar de sus reservas.

VIRGILIO

VIDA DE VIRGILIO

La infancia en Mantua Virgilio fue mantuano de nación, como diría un clásico. Y de él de ninguna manera se podría decir que «lo nacieron)) en Mantua. El enraizamiento tenaz de Virgilio en su tierra natal es algo más que una voluntad consciente del poeta a lo largo de toda su vida, es un hecho natural, telúrico. La mantuanitas 54 recorre, vertebra, explica la obra entera de Virgilio y la une con la tierra natal más allá de la vida misma del poeta, como razón que es de la persistencia de la leyenda virgiliana en Mantua hasta hoy mismo 5 5 . El nombre de Mantua y del Mincio, el río mantuano, resuenan con acentos conmovedores en las Bucólicas y las Geórgicas, cuando el poeta, despojado de los bienes paternos, exilado del terruño, se compadece de la suerte cruel de su ciudad y sus paisanos (Mantua uae miserae nimium uicina Cremonae! 56), O cuando, lleno de esperanza, cree que las victorias del César serán promesa cierta de la vuelta de los suyos a sus tierras y se propone conducir consigo el coro de las Musas para ofrecer a Mantua las palmas y levantar allí un templo de mármol en honor de aquél, propter aquam, tardis íngens ubi flexibus errat / 54 ES la expresión consagrada por el libro de B. NARDI,Mantuanitas Vergiliana, Roma, 1963, a quien seguimos en estas cuestiones. Véase, al respecto, E. FACCIOLI, «La tradizione virgiliana a Mantova», Montova - Le lettere 1, Mantua, 1959, págs. 1-135. 56 ~Mantua,demasiado cercana, jay!, de la infeliz Cremona~,Ec. IX 28.

Mincius et tenera praetexit harundine ripas 57; pero también resuenan, esta vez con acentos heroicos, en la Eneida, donde aparece el linaje de Mantua, más antigua que la misma Roma, cuyo vigor arranca de sangre etrusca; o cuando el Mincio, velado de sus cañaverales verdosos, transporta las naves de los escogidos guerreros mantuanos alzados en armas para unirse a Eneas y los rútulos contra el cruel Mecencio; o cuando el jefe que los conduce, Aulestes, muere atravesado sobre los altares por la lanza de Mesapo, víctima propiciatoria de la victoria de etruscos y troyanos, de la cual vendría Roma 5 8 . La Mantua de la historia no era siquiera una ciudad romana cuando nació Virgilio. Pertenecía oficialmente a la provincia de la Galia Cisalpina y sus habitantes habían recibido el ius Latii en el año 89 a. C . , pero no sería plenamente ciudad romana hasta el año 42 a. C. Virgilio siguió siendo siempre, hasta cuando en Roma la multitud lo ovacionaba como al propio Augusto, un provinciano, un itálico sensible a la plural contribución de Italia a la grandeza de Roma 5 9 . Es con orgullosa emoción como se refiere a los orígenes etruscos de Mantua, si no únicos, aquellos de donde arranca su fuerza, consideración que, al menos en lo fundamental, no ha sido desmentida por los hallazgos arqueológicos 60. ((Al borde del agua, donde el inmenso Mincio discurre con perezosos meandros y festonea las riberas con tiernos juncos)), G. 111 14-15. Véase Eneida X 198-212, XII 289-296. 59 Cf. J. F. HALL, «P. Vergilius Maro: Vates Etmscus», Vergilius, 28 (1982), 44-49, y, entre nosotros, J. CLOSA,((L'element ctltic a l'obra de Virgilin, Secció catalana de la Societat Espanyola dlEstudis Classics. Actes del VI2 Sirnposi (Barcelona. .. 1981), Barcelona, 1983, 109-118, esp. págs. 109-110. 60 una armonización de la leyenda (en el tratamiento que le da Virgilio) y la historia de Mantua puede verse magistralmente expuesta en P.

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t.

K

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Conocemos perfectamente dos importantes datos de Vírgilio, su nombre completo y la fecha de su nacimiento. Virgilio se llamaba Publius Vergilius Maro y nació el día de las idus (el 15) de octubre del año en que eran cónsules por primera vez Licinio Craso y Gneo Pompeyo Magno (Pompeyo el Grande), es decir el año 70 a. C. Por lo que hace a su nomen ( por el que en Roma se indicaba la gens) Vergilius, y a su cognomen (o sobrenombre) Maro, ambos son de origen etrusco. La epigrafía testimonia abundantemente los Vergilii en tierras etruscas o de colonización etrusca y, desde luego, esa es la forma correcta, mientras que la forma popular Virgilius no aparece hasta el siglo v d. C . , sin duda por derivación de la rama de árbol (uirga) legendaria de que se habla al principio de las Vitae. El sobrenombre Maro es, en cambio, bastante raro; los marones eran una magistratura etrusca y no era extraño que un título oficial quedara atribuido tradicionalmente a una familia, como ocurre en latín con aedilis (cf. CIL VlII 18065, X 470) 6 1 . La fecha del 70 a. C., universalmente aceptada para el nacimiento de Virgilio, fue puesta en entredicho por J. Carcopino, quien propuso rectificar en 71 a. C., sin que sus conclusiones hayan logrado imponerse 62. ESOSson los datos ciertos. GRIMAL,Virgilio, trad. cit., págs. 15-21. El estado de Mantua en Ia época «Die de Virgilio viene descrito en líneas generales en W. SCHMITTHENNER, Zeit Vergils)), Vergil. 13 Beitrage zum Bimillenarium Vergilianum [ = Gyrnnasiurn, 90, 1/2, 19831, 1-16, esp. págs. 13-15. Para la cuestión de los nombres de Virgilio mantiene su valor W. S C ~ Z EZur , Geschichte Lateinischer Eigennamen, Berlín, 1904, págs. 101, 189, 299, 306, 313, 360 y 379. sobre su raigambre etrusca insiste R. ENKING,«P. Vergilius Maro Vates Etruscus)), MDAI (R) 66 (1959),

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65-96.

Véase J. CARCOPINO, «Le bi-millenaire de Virgile)), REL 9 (1931), 45-61. A nuestro parecer lo que mantiene su vigencia es la correción de

Pero las mismas Vitae que los transmiten los entremezclan en la descripción de la infancia de Virgilio con las primeras y bellas expresiones de la leyenda virgiliana, ellas mismas no exentas de significación verdadera. La familia de Virgilio era muy modesta. Su padre, Virgilio Marón, fue según algunos un alfarero y según otros un asalariado (mercennarius) de un funcionario (uiator, quizá un correo oficial) de nombre Magio. Marán consiguió, gracias a su laboriosidad, merecer la confianza de su patrón y casarse luego con la hija de éste, Magia Pola. De ellos nació Virgilio en el pueblecito de Andes, no lejano de Mantua, en el primer consulado de Craso y de Pompeyo. Transcurridos en Mantua los primeros años de su infancia, la familia se trasladó a Cremona cuando Virgilio tenia alrededor de doce años (initium aetatis, VSD 6), allí comenzó el niño sus estudios en la escuela y allí permaneció hasta su mayoría de edad, es decir, hasta que tomó la toga viril, a los quince años, precisamente cuando Craso y Pompeyo, los cónsules del año de su nacimiento, ejercían su segundo consulado (55 a. C.) y también, según algunas Vitae, el mismo día en que murió el poeta Lucrecio. Sobre esos datos de las Vitae -de los que ya hemos excluido los claramente legendarios, como el sueño premonitor de la madre de Virgilio, la actitud serena del niño al nacer y la historia de la rama maravillosa plantada por su padre (VSD 3-5)- se ha cernido una investigación filológica minuciosa e implacable, que ha generado, naturalmente, una bibliografía que, sin enfatizar, sólo se puede calificar de inmensa. La tarea que se proponía era la de separar el grano de la paja, lo vivido de lo legendario, 1931 en lugar de 1930 como ailo justo para la celebración del bimilenario del nacimiento de Virgilio (v. ibid. págs. 46-47).

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derrochando para ello esfuerzos y cayendo con frecuencia en un exacerbado hipercriticismo, notable especialmente en los trabajos de la primera mitad de este siglo 63. A continuación examinaremos un par de pasajes desde esa perspectiva, para intentar en lo sucesivo una aproximación más general. La insistencia de las Wae en la modestia de la familia del poeta es cautivadora y -en parte por eso mismopoco fiable. Que hay en ello una búsqueda de lo extraordinario o lo maravilloso, por contraste con los altos destinos que aguardaban a Virgilio, es algo que está muy bien ilustrado por la manera en que la biografía de Focas trata el asunto:

huic genitor figulus Maro nomine, cultor agelli, ut referunt alii, tenui mercede locatus, sed plures figulum, quis non miracula rerum haec stupeat? diues partus de paupere uena enituit: figuli suboles noua carmina finxit 64. Eso ha dejado su impronta en la obra que puede considerarse quizá la suma de la investigación virgiliana de la primera mitad de este siglo, nos referimos al enciclopédico -en todos los sentidos- articulo de K. BUCHNER, «P. Vergilius Maro. Der Dichter der Romer», publicado por primera vez en 1955 en la Realencyclopadie der classischen Altertumswissenschaft, de Pauly-Wissowa, donde ocupa las columnas 1021 a 1493 del volumen VI11 A y que aqui utilizamos en su versión italiana. El propio Büchner, quien con justicia critica el hipercriticismo, por ejemplo de un Diehl, no siempre ha podido sustraerse, contagiado quizá de la imponente masa de investigación que abarca, a la obsesión por la minucia. «Fue su padre un alfarero, Marón de nombre; cultivaba un pedazo de tierra, según otros, asalariado por una escasa paga, pero los más lo llaman alfarero. ¿Quién tal maravilla puede contemplar sin estupor?: como rica mena extraida de un pobre filón, asi brilló: el hijo de un alfarero dio forma a una nueva poesía», VF 6-10. Véanse los comentarios ad locum de Brugnoli y Vidal, citados en nota 40.

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Focas prefiere ver en Virgilio al hijo de un padre lo más modesto posible entre las dos alternativas, para que mayor sea el miraculum 65. Lo más probable es que no fuera así y que la familia del poeta perteneciera a la pequeña aristocracia o a la acomodada burguesía provincial 66, lo suficientemente rica, en cualquier caso, como para procurar para un hijo el cursus de un ciudadano romano y para trasladarse de una ciudad a otra cuando fuera necesario para ese fin. Pero ninguna cuestión de las planteadas por la narración de los comienzos de la vida de Virgilio ha movido más controversia que los diversos intentos por identificar el lugar natal del poeta. Podrá parecernos nimia cosa, pero desde luego no es eso lo que pensaron un buen número de filólogos, sobre todo anglosajones e italianos, que en los años treinta de este siglo dedicaron grandes esfuerzos a dilucidar esa cuestión, los primeros uniendo a su interés profesional el entusiasmo del turista deslumbrado por Italia, los segundos acometiendo la investigación con la pasión del que habla de re sua, unos y otros produciendo 65 El oficio defigulus comportaba, por otra parte, resonancias alegóricas y místicas muy importantes, estudiadas en un denso trabajo de M. MAYER, «El oficio del padre de Virgilio y la tradición biográfica virgiliana», AFFB 1 (1975), 67-92. Sobre la introducción de portenta en las biografías antiguas como tópico del género véase J. A. SÁNCHEZMARÍN, ((Prodigios, elementos eróticos y retrato físico en las biografías de los poetas)), Emerita 33 (1985), 291-308. 66 Esa era ya la opinión de M. L. GORDON, «The Family of Vergil», JRS 24 (1934), 1-12, pág. 10, llevada a su expresión más radical en Brugnoli (s. u. «Magia» in Enc. V. 111, Roma, 1987, 316-318, pág. 317). para quien todo lo transmitido por las Vitae con relación a la familia de Virgilio no es más que una invención excogitada a partir del mundo pastoril y agrícola evocado en las Bucdlicas y las Geórgicas; contra, BWCHNER, Virgilio, 'cit., pág. 31.

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una considerable bibliografía 67. La tradición biográfica es, en medio de tantas otras contradicciones, unánime al respecto: Virgilio nació en Andes y Andes estaba en las cercanías de Mantua 68, pero la distancia exacta no es especificada salvo en una ocasión, en la VP, que la cifra en milia passuum III. Todo concordaría si no fuera porque ésa no es la lección de los códices de VP, que también unánimemente dan milia passuum XXX. Como dice agudamente Hardie, «in hoc uero aut 'tria' aut 'triginta' tota lis uertitur» 69. Naturalmente la corrección no se hace para forzar al texto a que concuerde con los otros testimonios -o, al menos, no conscientemente-, sino porque viene dada por el primer editor de la VP, Egnatius (1507), quien declara haber seguido un metustissimus codex», hoy perdido, procedente de Bobbio y cuya autoridad estaría por encima de los mss. humanísticos que nos conservan la VP Con independencia de la postura que se adopte en este complicado problema formal, la cifra de treinta millas plantea la dificultad de que, teniendo en cuenta la reducida extensión de la comarca de Mantua, no parece posible que per-

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Puede verse recogida en su mayor parte en W. SUERBAUM, «Hundert Jahre ...», cit. en nota 52, págs. 46-47. VSD 6 : natus est ... in pago, quz Andes dzcitur et abest a Mantua non procul; VS: ciuis Mantuanus; VP: natus.. . uico Andico, qui abest a Mantua milia passuum ZZZ [XXX codd.]; VF 1-2: Maronem / Mantua... generauit; VH 1 : Vergilius Maro in pago qui Andes drcitur, haut procul a Mantua nascitur. 69 C. HARDIE, Vitae Vergilianae antiquae, cit., pág. V I . 70 La autenticidad y mayor valía de la lección de Egnatius fueron defendidas por M. WHEELOCK, «The manuscript tradition of Probus», HSPh 46 (1935), 85-153, y aceptadas por los editores recientes (Hardie, Bayer), pero no por el Último, Lehnus (cit. en nota 38). BUCHNER,Virgilio, pág. 17, tampoco la acepta porque ve en XXX un ejemplo de error que separa la VP del filón común suetonio-donatiano.

teneciera a ella un lugar tan distante de la ciudad 71. Sea como fuere, ¿dónde hay que situar a Andes, el mantuano lugar natal de Virgilio? Una firme tradición, que se remonta por lo menos al medioevo, responde que en Pietole -en Pietole Vecchia, para ser exactos-, un pueblecito situado a 4 kms. al SE de Mantua (eso es lo que permitió ya al Dante inmortalizarlo: «E que1 ombra gentil per cui si noma / Pietola piu che villa mantovana)) 72), pero esa identificación fue rechazada por R. S. Conway quien, aceptando la lección XXX de los códices de VP y apoyándose en la onomástica atestiguada por la epigrafía, propuso, en un primer momento 73, Calvisano, cerca de Brescia, y luego 74 Carpenedolo, a unas treinta millas al NO de Mantua. Contra ello reaccionaron los defensores de Pietole, principalmente Nardi 75 y Rand 76,mientras que Da1 Zotto, desplegando una portentosa erudición lingüística y geológica, 71 P. TOZZI,Storia Padana Antica, Milán, 1972, págs. 67-69, y, en general para todo el problema de la identificación de Andes, véase, del mismo autor, s. v. «Andes», Enc. V. 1, Roma, 1984, 164-166. 72 Purg. 18, 82-83. La reputación de ser el lugar natal de Virgilio le ha valido a Pietole no sólo una fortuna inmensa en la pluma de escritores y viajeros (cf. G . SCHIZZEROTTO, Letterati e viaggatori nel paese natale di Virgilio, Mantua, 1981, passim), sino algo tan sustancioso como una exención de tributos decretada nada menos que por Napoleón Bonaparte (véase tan curioso decreto en L. PESCASIO,Virgilio a Mantova, Mantua, 1981, pág. 34). 73 R. S. CONWAY, «Dov7era il podere di Virgilio)), A&R, n. s., 7 (1926), 170-186. Es traducción italiana de un anterior trabajo inglés al que no hemos tenido acceso. " R. S. CONWAY, ((Further considerations on the site of Vergil's farm»,

CQ 25 (1931), 65-76. 75 En una numerosa colección de trabajos que van desde 1927 a 1934, especialmente, La giovineua di Virgilio, Mantua, 1927. 76 También en varios artículos, entre los cuales está «Virgi17sbirthplace revisited)), CQ 26 (1932), 209-214.

colocaba a Andes precisamente entre Pietole y Cerese 77; en fin, alii alia, hasta nuestros días ". DOSson las dificultades mayores que envuelven el problema -por otra parte menos importante, nos parece, que la enorme bibliografía que ha merecido-: primero, la ya mencionada indefinición de las fuentes biográficas y, segundo, la puerta que se abre al subjetivismo -por bien intencionado que sea y por mucha la erudición en que se apoye- cuando se acepta, actitud frecuente en los autores mencionados, que en las Bucólicas, especialmente en la primera y la novena, encontramos en los paisajes que se describen una referencia concreta a los lugares natales del poeta. No es posible localizar en la fecunda y plana campiña paduana, donde está Pietole -razonan Conway y los suyos-, las magras tierras del Meris de la novena bucólica -léase VirgjUo-, que bajan desde los cerros hasta el borde del agua (Ec. IX 7-10), ni, menos todavía, los montes del final de la primera, cuyas sombras se proyectan alargadas, y que, en cambio, bien pueden verse más al Norte, en Carpenedolo o Calvisano, cerca de los contrafuertes alpinos; pero Rand sí ha sabido encontrarlos en Pietole, en el 'Monte di Virgilio', desde donde el Mincio se ve verdaderamente ingens, como quieren las Geórgicas 79. Pero es que los paisajes so77 A. DAL ZOTTO,Vicus Andicus. Storia crittica e deterrninazione del luogo natale di Virgilio, Mantua, 1930. 78 Una concisa y clara consideración de las principales propuestas y contrapropuestas, no exenta de una leve ironía que encarece su mérito, es la de E. DE SAINT-DENIS,Virgile. Bucoliques, cit., págs. VIII-IX. Para seguir al detalle la cuestión véase P. T o z z ~ ,s. v. «Andes», cit., con bibliografía hasta 1981. 79 B. Nardi ha escrito de forma entrañable y bella los paseos por los parajes virgilianos, Bucólicas en mano, bien solo, bien acompañando a entusiastas filólogos del Norte, como Conway y Rand, rastreando con los ojos y con el alma aquí el lugar en que el Mincio discurre perezoso,

bre los que cantan Títiro y Melibeo, Dametas y Menalcas, Lícidas y Meris -decimos ahora aquí y lo olvidamos también nosotros cuando nos hallamos al borde del Mincioson paisajes literarios, evocadores de estados de alma, mucho más que de topografías concretas. No es legítimo pedirles que sustenten localizaciones exactas. Sólo cuando las fuentes biográficas han sido utilizadas en todas sus posibilidades y cuando se han apurado los datos que proceden de la investigación arqueológica, epigráfica, incluso de la historia de la agrimensura, se puede avanzar algo en estas cuestiones; para entonces, sin embargo, es dudoso que los resultados sean tan ciertos como para ser inmunes al valor evocador del paisaje poético y del paisaje real. Esta crítica exhaustiva, que hemos intentado ejemplificar, se ha aplicado a todo: al nombre del padre y de la madre de Virgilio, al de sus hermanos -cuya propia existencia se cuestiona-, a la realidad de la casa de la familia en Cremona, a la fecha de la toma de la toga viril, etc., etc. 'O. Lo que en suma es legítimo deducir del relato de las Vitae, comprendidos los pasajes legendarios que no por allí los montes de los que maiores cadunt ... umbrae: «Lo spettacolo di questi insigni filologi che avevano finito per invischiarsi in una disputa d'estetica, e pretendevano dai quadri poetici che Virgilio aveva disegnato di ricavare 'notizie' su1 suo luogo natale, e di misurare il valore della sua arte dalla corrispondenza o meno colla realta fisica, era davvero interessante, e mi parve valesse la pena di ossevarlo» (B. NARDI,Manluanitas Vergiliana, cit., pág. 28). Esa emoción impresiva es algo de lo que dificilmente nos sustraemos todavía hoy -y ojalá siempre- cuando, siguiendo el curso del Mincio, peregrinamos de Mantua a Pietole. Como se ha dicho, no vamos a ocuparnos de todas estas cuestiones en detalle. El lector curioso puede encontrarlas expuestas en BUCHNER, Virgilio, págs. 29-61 (estado de la cuestibn en los años cincuenta) y ponerlas al día consultando las bien tabuladas bibliografías de Suerbaum y de Briggs (citadas en notas 52 y 48, respectivamente).

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serlo dejan de tener una significación, es la realidad de una infancia transcurrida en un mundo familiar apegado a la tierra, laborioso y emprendedor, donde ningún esfuerzo se escatima para procurar a Virgilio una educación que lo convierta en un patricio romano (la comparación con los esfuerzos del padre de Horacio, siempre gratamente recordados por el hijo, se impone fácilmente), y la de un hijo, que aun respondiendo y superando esas esperanzas, aparece radicalmente vinculado a la tierra, a sus ritmos, al sinsabor y a la alegría de su cultivo, y eso para siempre. En Cremona, pues, habíamos dejado al niño Virgilio realizando sus primeros estudios serios. La noticia de las Vitae armoniza con la realidad histórica de una Cremona que mantenía una preeminencia jurídica y política sobre las ciudades de la región (la misma que le costó ser afectada directamente por las confiscaciones que sólo de resultas tocaron a Mantua) y en la que probablemente la familia tenía una residencia, aquella cuya previsible pérdida esperaría más tarde Virgilio que fuera compensada por la villa de Sirón 81. En Cremona vive Virgilio entre los doce y los quince años y, acabados sus estudios, toma la toga viril el 15 de octubre del 55 a. C., es decir el día que cumple quince años. Hacerlo tan tempranamente era posible en esta época y no hay motivo para desconfiar de las Vitae en ese punto. En cambio hay que rechazar que ese mismo día muriera Lucrecio, coincidencia a todas luces forzada por los biografos en su deseo de lograr concordancias «áureas» llenas de simbolismo premonitorio. La coincidencia -esta vez cierta- de que ese año desempeñaron por Recuérdese el texto de Catalepton VIII: Villula, quae Sironis eras, et pauper agelle, / ... / ... tu nunc eris ... / Mantua quod fuerat, quodque Cremona prius. Cf. infra pág. 49.

segunda vez el consulado Pompeyo y Craso nos lleva a recordar qué hombres y qué designios conducían la República romana durante la infancia de Virgilio. Junto a Pompeyo -el general victorioso del momento- y Craso -el hombre más rico de Roma-, Julio César -el más ambicioso- forma el primer triunvirato en el año 60, cuando Virgilio tiene diez, y los tres hombres comienzan a realizar su estrategia de repartirse las posiciones claves de la República, desempeñando las magistraturas que dan una apariencia constitucional a su asalto al poder. En el 59 es el consulado de César, quien asumirá para su posterior proconsulado la provincia de las Galias, que conquistará y gobernará durante cinco años. En el 56 los triúnviros deciden reforzar su pacto en la conferencia de Lucca: Pompeyo y Craso se aseguran su segundo consulado para el 55 y César recibe las Galias para cinco años más. Desde el año 58 era patrono de esa provincia y es él quien en el año 49 otorga a la Galia Cisalpina el pleno derecho romano. Virgilio, como todos sus conciudadanos, tuvo a César como astro de su infancia, aureolado por la gloria de la conquista de las Galias, justo en los años en que acrecentaba día a día su prestigio y se preparaba para la conquista del poder. Los acentos de desolación con que al final del primer libro de las Geórgicas describe los prodigios que se siguieron a la muerte de César son, en su sinceridad y en su emoción, testimonio de la imborrable huella que la grandeza de aquel hombre había dejado en el alma del poeta durante sus años de adolescencia.

La juventud del poeta Virgilio estudió a continuación en Milán. Al lado de la escuela del rétor es presumible que fuera allí donde co-

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menzara los estudios de medicina y matemáticas, de que hablan las Vitae (VSD 15). Estas «matemáticas» han de ser entendidas en un sentido mucho más amplio que el moderno, se trata de estudios de la naturaleza, fundamentalmente astronomía y astrología 82. Estas preocupaciones, ajenas al programa «oficial» de las escuelas de retórica, dejarán honda huella en la obra de Virgilio 83. Pero era en Roma donde realmente había que coronar los estudios y prepararse para el foro. No sabemos exactamente cuándo, pero sin duda bastante antes del 50 a. C. se traslada Virgilio a la Urbe. Controlada la vida pública por los triúnviros, bien pocas eran las oportunidades que tenía un joven provinciano para hacer sus primeras armas en la carrera de la elocuencia y la política, pero ya entonces estaba claro _Que ése no iba a ser el camino de Virgilio, según atestigua Meliso: «Litigó ante los tribunales solamente una vez y no volvió a hacerlo ninguna más porque cuando peroraba era muy lento y casi parecía un ignorante)) (VSD 16). No se trataba, sin embargo, de una cuestión de incapacidad; al contrario, también sabemos que Virgilio «recitaba con voz agradable y con un encanto que provocaba adrniración ... y Julio Montano, el poeta, acostumbraba a decir que le habría robado algún verso a Virgilio, si le hubiera podido robar también la voz, la pronunciación, el gesto» (VSD 28-29) y ahí están los discursos de la Eneida para demostrar el dominio de los recursos retóricos de su autor 84. ES difícil resistirse a la tentación de colocar en Sobre el estatuto científico de estas disciplinas, tal como las pudo estudiar Virgilio, cf. J. BAYET,«L7immortalitéastrale d'Auguste ou Manilius commentateur de Virgile~,REL 17 (1939), 141-171, esp. 153; en L'astronomie de Virgile, Paris, 1940. general, P. D'HEROWILLE, 83 Cf. P. GRIMAL,Virgilio, trad. cit., picgs. 36-41. 84 Cf. el clásico libro de G. HIGHET, The Speeches in Vergil's Aeneid, Nueva York, 1972.

este momento la ((despedida de la retórica)) que leemos en la pieza quinta del Catalepton:

Ite hinc, inanes, ite rhetorum ampullae, inflara rhoezo non Achaico uerba, et uos, Selique Tarquitique Varroque, scholasticorum natio madens pingui, ite hinc, inane cymbalon iuuentutis *'. Pero de esta época de Virgilio en Roma nada sabemos con certeza. La VB 1 quiere que hubiera estudiado con un cierto orador Epidio y que fuera condiscípulo del entonces joven Octaviano -también, en ese caso, de Marco Antonio, de acuerdo con Suetonio, De Rhet. 4-, lo cual le valdría después el salvar sus tierras de la confiscación. Al margen -. de maestros de retórica y de filósofos, quienes sin duda recibieron a Virgilio con entusiasmo fueron los jóvenes poetas que entonces brillaban con luz nueva, los neotéricos, los poetae noui. Con algunos de ellos Virgilio ya se había relacionado, pues eran sus coterráneos de la Cisalpina, así Alfeno Varo; con otros trabó una amistad fidelísima que duraría hasta la muerte, como con L. Vario Rufo, el editor, junto con Tuca, de la Eneida, y con Asinio Polión. A su lado Helvio Cina, Valerio Catón, Licinio Calvo, Varrón Atacino, todos ellos -Catulo había muerto en el 55 a. C.- acogieron a Virgilio. Formaban algo así como una generación poética en torno a un programa estético -revulsivo para los romanos formados en la veneración a Ennio y a los antiguos poetas y comprometidos en la angustia

..

((Alejaos de aquí, vacías ampulosidades de los retores, alejaos, palabras hinchadas de un resoplido que no es griego, y vosotros, Selio y Tarquicio y Varron, raza de maestros que chorrea emplastos, alejaos de aquí, vacío címbalo de mi juventud)), Catalepton V 1-5.

de la crisis final de la república: el programa de la cultura poética alejandrina, resumido en el ideal de «l'art pour IYart»,el rechazo de la obra larga -«un gran libro es un gran mal», había dicho Calímaco, el patrono de la nueva poesía- y la preferencia por la composición breve, docta y refinada; el cultivo de los temas subjetivos y de la expresión del sentimiento personal; el alejamiento de todo propósito didáctico y del compromiso social o político. La admiración de Virgilio por la cultura alejandrina y la influencia que sobre él ejercieron sus representantes romanos está fuera de duda: la investigación de los ecos y rasgos neotéricos -principalmente de Catulo, pero también de Calvo, de Varrón Atacino, de Cinna- en la poesía virgiliana ha sido una de las más fructíferas de los últimos años 86.

Las primeras obras ¿Cómo era la poesía de Virgilio en esos años romanos en torno al 53 a. C.? Porque indudablemente la hubo. Cuando Virgilio comienza las Bucólicas, hacia el año 42 a. C., tiene aproximadamente veintiocho años y ya es un gran poeta. ¿Sabemos algo de su anterior evolución literaria? Con esta pregunta estamos apuntando, claro está, al gran problema de la Appendix Vergiliana, el ((Apéndice

86 Para Virgilio y el neoterismo véase L. ALFONSI, S . U .«neoterismo», Enc. V. 111, Roma, 1987, 701-705, con bibliografía a la que hay que afiadir: J. AVILÉS,«Catul i Virgili)), Secció Catalana de la Societat Espanyola dlEstudis Classics (cit. en n. 59), 179-197; B. M. ARNOLD, Neoteric Vergil. Alexandrian Themes in the Eclogues, tesis (Univ. Washington), Seattle, 1984 [microfilm, DA 45 (1985), 3342Al (non uidi); W. CLAUSEN,Virgil's Aeneid and the Tradition of Hellenktic Poetry, Berkeley, 1987.

Virgiliano)). En las biografías antiguas no hay un «hueco» entre la primera muestra poética de Virgilio -el epigrama que, todavía niño, habría escrito contra un tal Balista, maestro de escuela y después bandido (VSD 17)- y la creación y publicación de las Bucólicas. En ese lugar aparece una lista de obras, no siempre las mismas en cada biografía -lo cual ya es problemático- y de alguna de las cuales no se nos dice más que el título. Así leemos en VSD 17-19 (ed. Hardie): Deinde catalepton et Priapea et Epigrammatu et Diras, item Cirin et Culicem, cum esset annorum XXVI. .. scripsit etiam de qua ambigitur Aetnam; en VS (ed. id.): Scripsit etiam septem siue octo libros hos: Cirin Aetnam Culicem Priapeia Catalepton Epigrammata Copam Diras 87. Si estas obras son auténticas, significa que conocemos la poesía de juventud de Virgilio, el ~Virgiliomenor» 88, y que podemos seguir el proceso de la evolución de su arte literario hasta su consumación en la Eneida. Desgraciadamente la autenticidad se ha presentado como problemática ya desde la Antigüedad, como se desprende, por de pronto, de la cautela de la expresión de SuetonioDonato (((escribió también -aunque hay dudas al respecto- el 'Etna'») y de la imprecisión de Servio (((siete u ocho libros))). No podemos aquí ocuparnos de la autenticidad del «Apéndice», o, como en realidad hay que plan-

''

La colección que desde José Escalígero (1573) se conoce por Appendix Vergiliana comprende, además de las obras mencionadas en las Vitae, todas las atribuidas a Virgilio por la tradición manuscrita. Véase ahora la edición de M. DOLC,Apkndix Virgiliana, 1-11, Barcelona (Fundació Bernat Metge), 1982-1984. 88 Así A. Rostagni, el más conspicuo de los defensores modernos de la autenticidad de la mayor parte de las piezas, en su libro Virgilio minore. Saggio sullo svolgimento della poesia virgiliana, Roma, '1961 [Turín, '19331.

tearse la cuestión, de la autenticidad de cada una de sus composiciones 89. De entre los biógrafos recientes de Virgilio, P. Grima1 es quien se muestra más optimista: Es necesario desechar las posiciones 'hipercríticas' y aceptar, a título de hipótesis (demostrable, por otra parte) la autenticidad ... de la Appendix Vergiliana: Ciris (o La pequeña garza), Culex (El mosquito), Dirae (las Zmprecaciones), Copa (La tabernera), Moretum (del nombre de una comida compuesta de queso blanco y esencia de ajo, apreciada por los campesinos itálicos), el Catalepton, por último, o colección de Composiciones sencillas... Los filólogos modernos se han ingeniado en probar ... que esos poemas no son obra de Virgilio. Eso contra la opinión de los comentaristas antiguos: Lucano ya hacía alusión al Mosquito. En efecto, responden los hipercríticos modernos, ¡pero ese Mosquito no es el que los manuscritos nos han transmitido bajo ese

nombre!

90.

89 Además de la introducción de Dolc a su edición de la Appendix citada en n. 87 (vol. 1, págs. 7-58), véase 1. RICHMOND, «Recent Work on the 'Appendix Virgiliana')), ANR W 11 31.2, 1981, págs. 1112-1154, y también las voces correspondientes a cada una de las piezas en la Enc. V. Contamos además con la buena exposición de conjunto de F. MOYA, ((Virgilio y la Appendix Vergiliana)), Bimilenario de Virgilio. Simposio internacional (Salamanca... 1982), Salamanca, 1982, 203-243. P . GRIMAL,Virgilio, trad. cit., pág. 62. El optimismo de este sabio descansa sobre un profundo conocimiento de la obra virgiliana. No obstante, los testimonios antiguos se reparten entre los categóricamente a favor y los que dejan ver cierta ambigüedad -como los reproducidos de las Vitae- (véase el elenco de ellos en A. SALVATORE, S. u. «Appendix)), Enc. V. 1, Roma, 1984, págs. 229-233, esp. 231 s.). Por otra parte para poemas como la Ciris, por ejemplo, su carácter de imitación de Virgilio -rayana en algunos pasajes con el centón virgiliano- parece excluir definitivamente la autenticidad, como creemos demuestra A. THILL, «Virgile auteur ou modtle de la Ciris?», REL 53 (1975), 116-134.

La aceptación de la paternidad virgiliana no suele extenderse a tanto como propone Grimal, pero casi nadie duda de que en el Catalepton -cuyo mismo título griego, algo así como ((pequeñas poesías)) o ((poesías ligeras», tanto apunta a la manera neotérica- tenemos auténtica poesía del Virgilio joven. ¿Fue entonces Virgilio un neotérico?, cabria preguntarse. Y habría que responder que lo fue, pero que no permaneció siempre como tal. Sin la asimilación de las novedades que, sobre todo en la lengua poética latina, aportaron los neotéricos no se explicaría la poesía de Virgilio; pero la exquisista y decadente estética de los alejandrinos romanos, su programática desvinculación del compromiso con la angustiosa realidad de sus tiempos ya no llenaban el alma de quien seguía conservando el sano instinto moral de su niñez campesina. La torre de marfil de la poesía no le servía para aislarse de una realidad social y política, humana en fin, que presagiaba las funestas guerras civiles. Pues entre tanto, muerto Craso en el año 53, estaba claro que no había en Roma sitio para las ambiciones de Pompeyo y de César y que el estallido de la guerra entre los partidarios de uno y del otro era sólo cuestión de tiempo.

La llamada de la filosofío Virgilio deja, pues, Roma con el ánimo turbado y en la búsqueda de la tranquilidad del espíritu emprende ahora el camino de la filosofía. El poema quinto del Catalepton, cuyos versos de despedida de la retórica citábamos más arriba, prosigue así:

tuque, o mearum cura, Sexte, curarum, uale, Sabine; iam ualete, formosi.

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nos ad beatos uela mittimus portus magni petentes docta dicta Sironis uitamque ab omni uindicabimus cura. ite hinc, Camenae, uos quoque ite iam sane, dulces Camenae -nam fatebimur uerum, dulces fuistis-, et tamen meas chartas reuisitote, sed pudenter et raro 91. No sólo se trata, pues, de aquel decidido y hasta crítico adiós a la retórica, sino de uno, entrañable y cariñoso, a los amigos y a las musas mismas, de las que, no obstante, no quiere alejarse para siempre. ¿Cuál es ese puerto feliz para el espíritu y quién ese gran maestro? Virgilio ha encontrado la doctrina de Epicuro: sólo desde hacía unos años y gracias al cuidado de Cicerón -quien en el 54 a. C. publica el De rerum natura- había podido leer en los versos latinos de Lucrecio el mensaje de Epicuro:

Sed ni1 dulcius est, bene quam munita tenere edita doctrina sapientum templa serena, despicere unde queas alios passimque uidere errare atque uiam palantes quaerere uitae 92

91 «Y tú, oh cuita de mis cuitas, Sexto Sabino, adiós; adiós ya, guapos. Nosotros desplegamos velas hacia puertos afortunados, en busca de las doctas enseñanzas del gran Sirón, y liberaremos nuestra vida de todo cuidado. Alejaos de aquí, Camenas, vosotras también, alejaos ya, sí, dulces Camenas (pues, confesaremos la verdad, dulces nos fuisteis), y, sin embargo, volved a visitar mis páginas, pero discretamente y a veces)), Catalepton, V 6-14. 92 «Pero nada hay más grato que ser dueño / de los templos excelsos guarnecidos / por el saber tranquilo de los sabios, / desde do puedas distinguir a otros / y ver cómo confusos se extravían / y buscan el camino de la vida)), LUCR., 2, 7-10 (trad. J. Marchena).

y busca ahora ese templo de la mano de Sirón en Nápoles, a donde se encamina hacia el 50 ó 49 a. C . , dejando atrás una Roma convulsa en las vísperas mismas de la guerra civil. Sabemos alguna cosa de Sirón 93: es nada menos que Cicerón quien nos habla de él con gran respeto en sus escritos filosóficos ( ~ c a d 2, . 106; De fin. 2, 119) y en su correspondencia (Ad fam. 6, 11, 2). De acuerdo con la tradición del epicureísmo había agrupado en torno a sí un cenáculo de jóvenes aprendices de la filosofía de Epicuro, muy cerca de Nápoles, en Posilipo, y es muy probable que tengamos un precioso testimonio de quiénes eran algunos de los amigos que con Virgilio seguían las enseñanzas de Sirón. En efecto, no lejos de allí tenía su escuela otro insigne maestro de epicureísmo, Filodemo de Gádara, quien había llegado a Roma hacia el año 70 a. C., pero que residía casi siempre en Herculano. Los contactos entre ambas escuelas tan cercanas fueron estrechos y quedan de ellos testimonios escritos 94, en su mayor parte conservados en los papiros que pertenecieron a la biblioteca de Filodemo, encontrada en la famosa «Villa dei papirin de Herculano 95. Pues bien, hace ahora un siglo A. Korte reconstruyó sobre uno de los papiros procedentes de las excavaciones herculaneas los nombres de L. Vario Rufo, Quintilio Varo, Horacio y Virgilio mismo 96. No es difícil evocar la 93 Véase ahora G. D'ANNA, S. U . «Sirone», Enc. V. IV, Roma, 1988, 893-895. Cf. ahora E. SBORDONE, ((Virgilio e la cultura epicurea del golfo di N a p o h , Atti Conv. Mond. Scient. Studi su Virgilio 11, Milán, 1984, págs. 113-121, esp. pág. 121. 95 Cf. ahora M. GIGANTE, La bibliotheque de Philodeme et I'epicureisme romain, París, 1987. 96 A. KORTE, ((Augusteer bei Philodem~,RhM 45 (1890), 172-177. Un tratamiento critico de estas noticias en J . PERRET,Virgile, cit., págs. 11-12.

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atmósfera espiritual, a la vez intelectual y afectiva, de aquel grupo de jóvenes, unidos por la amistad que aconsejaba Epicuro y bañados por la luz y el mar de la hermosa bahía de Nápoles: illo Vergilium me tempore dulcis alebat / Parthenope studiis florentem ignobilis oti (por aquel tiempo me nutría a mí, Virgilio, la dulce Parténope, cuando me entregaba a los placeres de un ocio sin gloria), pudo decir el poeta recordando aquella época de estudio y compañerismo. Esos estudios y aficiones abarcaron un amplio círculo de saberes e intereses, a juzgar por los títulos supérstite~de la biblioteca de Filodemo: además de la filosofía misma, poesía, música, política y, por supuesto, aquellas enseñanzas físico-naturales en las que Virgilio ya se había iniciado y cuyo componente tan alto era en el epicureísmo romano y, concretamente, en Lucrecio 98. Naturalmente nada de esto prueba que Virgilio fuera un epicúreo en el sentido canónico de la palabra 99, sino que supo extraer de la filosofía epicúrea una serie de preocupaciones y de respuestas que hizo suyas y que están presentes en su obra, sin que sus ataduras con la escuela fueran tan rígidas como para no poder aceptar más tarde la ética estoica. Los ecos del epicureísmo -aunque no siempre es posible separarlos de la influencia propia de Lucrecio- son profundos en buena parte de la poesía virgiliana, en las Bucólicas, especialmente en la invención de la Arcadia como paisaje espiritual -ese estupendo hallazgo

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97 En los versos finales de las Geórgicas (IV 563-564). Parthenope era el nombre antiguo de Nápoles (Neapolis, «la ciudad nueva»), tomado del de una sirena cuya tumba se mostraba en la ciudad. 98 Sobre la experiencia virgiliana en estos lugares y momentos, M. GIGANTE, ((Virgilio fra Ercolano e Pompei~,A&R, n. s., 28 (1983), 31-50. 99 Cf. H. NAUMANN, «War Vergil Epikureer?~,Sileno 1 (1976), 245-247.

virgiliano- 'O0, en la simpatía con la naturaleza de las Geó[email protected] 'O'. El afecto entre el maestro y el discípulo fue muy en Catalepton VIII, compuesto cuando la confiscación de las tierras familiares era inminente (hacia 42 a. C . , por tanto), Virgilio parece ser el propietario de la modesta villa de Sirón, quien ya habría fallecido:

Villula, quae Sironis eras, et pauper agelle, uerum illi domino tu quoque diuitiae: me tibi et hos una mecum, quos semper amaui, si quid de patria tristius audiero, commendo, in primisque patrem; tu nunc eris illi, Mantua quod fuerat quodque Cremona prius 'O2. El callado dolor, la melancolía, el tembloroso temor por la patria en peligro se aúnan en estos versos verdaderamente virgilianos con el afecto protector hacia los suyos, expresados desde la que a partir de entonces sería la segun'O0 Cf. B. SNELL, ((Arcadia: el descubrimiento de un nuevo paisaje espiritual)), Las fuentes del pensamiento europeo, Madrid, 1965 (trad. esp.), págs. 395-426. 'O' Cf. J . L. JORDÁNMONTÉS,F. PÉREZSÁNCKEZ, «Las influencias del Epicureísmo en las Bucólicas y Geórgicas de Virgilio. Estudio de la Égloga II», Simposio Virgiliano [Universidad de Murcia, 19821, Murcia, 1984, 369-377. En general cabe recordar aquí que el epicureísmo en el pensamiento, en la religiosidad y en el arte de Virgilio es un tema clásico de la investigación virgiliana. Como síntesis véase, L. ALFONSI,S. U . «Epicureísmo)), Enc. V. 11, Roma, 1985, págs. 328-331, con elenco de pasajes virgilianos y bibliografía. 'O2 ((Villita, que eras de Sirón, y tú, pobre trozo de tierra, por más que para aquel gran dueño tuyo eras tú un tesoro, yo me encomiendo a ti, yo.y, conmigo, todos a los que quiero, por si algo triste de mi patria oigo, y el primero te encomiendo a mi padre; tu ahora serás para él lo que fueron Mantua y Cremona antes)), Catalepton VIII.

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da y alma patria de Virgilio. Nápoles fue decisiva para e1 poeta, tanto en su realidad geográfica como espiritual: ambas fueron conocidas, amadas y, casi se podría decir, explotadas por Virgilio intensamente durante el resto de su vida y de su obra 'O3. De entonces data su familiaridad con los lugares en que se desarrolla el sexto libro de la Eneida, con Cumas, la colonia más antigua de la Magna Grecia, donde se levantaba un importante templo dedicado a Apolo y se hallaba la gruta donde profetizaba la famosa Sibila; pero también con los lugares donde reinaban las divinidades infernales, con el lago Averno cuyas inmóviles y oscuras aguas, remansadas en un cráter volcánico, es fama que se comunicaban con el mundo de ultratumba. Nápoles ofrecía también su clima espiritual: filósofos, oradores y profetas, que venían de Grecia y del Asia anterior, propagaban mensajes místicos y apocalípticos, como las mismas profecías mesiánicas que venían de Judea, o, sin salir del ámbito espiritual del helenismo, la expectación del theios anér, del «hombre divino». En aquellos tiempos de desolación y crisis la idea de un enviado de los dioses, de un salvador, cobró un énfasis muy grande y dejó huella en el alma de Virgilio y, luego, en su obra 'O4. En Nápoles Virgilio se preparaba, sin saberlo, para las grandes pruebas que le convertirían en el Poeta de los romanos. w-

En estas consideraciones seguimos la expresiva síntesis de M. GIEVergil, cit. en n. 52, págs. 28-29. IM Cf. L. BIELER, THEZOS ANER. Das Bild des 'gotlichen' Menschen in Spütantike und Frühmittelalter 1-11. Viena, 1935-1936 [ = Darmstadt, 19761, esp. 1, pkg. 5. 'O3

BEL,

De las guerras civiles a la época de las Bucólicas En Roma, mientras tanto, estaban cambiando los destinos del mundo. Podemos s610 suponer que Virgilio se mantuvo en Nápoles durante los años que vieron la ruptura del primer triunvirato, la rivalidad entre César y Pompeyo, el estallido de la guerra civil y su final -con el cruento saldo de la sangre romana derramada por mano de romanos en las llanuras de Farsalia-, la muerte miserable, en fin, de Pompeyo el Grande. Virgilio no asistió impasible al drama de su patria: Nec, pueri, ne tanta animis adsuescite bella / neu patriae ualidas in uiscera vertite uires ' O 5 , gritará, angustiado, por boca de Anquises, a las sombras de ultratumba que serán un día César y Pompeyo. Después de Farsalia, cuando César renunció a verter más sangre romana y asombró a la Urbe con su clemencia, en lugar de las acostumbradas proscripciones, Virgilio pudo ver en el antiguo y admirado patrono de la Cisalpina al salvador providencial, pero muy poco duró la esperanza: tras el asesinato de César -ya hemos aludido al estupor y a la queja que su muerte arranca a Virgilio en las Geórgicasla rueda implacable de la guerra civil se puso de nuevo en marcha y con ella el cortejo sangriento de las proscripciones. Las decretadas por el segundo triunvirato -Marco Antonio, Lépido y Octaviano-, que se constituye en el año 43 a. C., afectaron a numerosos caballeros y senadores, entre ellos Cicerón. Virgilio tuvo que saber que la cabeza y las manos del gran orador fueron expuestas en los ' O 5 «No, hijos míos, no acostumbréis vuestros ánimos a tan crueles guerras, no dirijáis contra las entrañas de la patria vuestras valiosas fuerzas)), Aen., VI 832-833.

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rostra del foro para satisfacer la venganza de Antonio, como había sabido de la muerte un año antes de su amigo el poeta neotérico Cinna, víctima de los tumultos que siguieron a los funerales de Julio César ' O 6 . Ahora los triunviros dirigían sus fuerzas unidas contra los cesaricidas, que fueron vencidos en Filipos (42 a. C.), otra terrible lucha de romanos contra romanos, de la que Virgilio se hace eco desolado: ergo inter sese paribus concurrere telis / Romanas acies iterum uidere Philippi lo'. ¿Dónde estuvo Virgilio en estos tiempos turbulentos, aproximadamente desde el paso del Rubicón por César (49 a. C.) -con el inicio consiguiente de las guerras civileshasta Filipos? No lo sabemos, no tenemos ningún documento para esa época. Pero tanto si permaneció en Nápoles o en Roma, como si volvió a la tierra natal, ni siquiera toda la convicción de la doctrina de Epicuro pudo hacer que los amigos del círculo de Sirón permanecieran al margen de los acontecimientos. Es más, Virgilio fue directamente afectado por ellos de manera cierta y amarga, pero cuyas vicisitudes concretas es imposible reconstruir. Que la propiedad familiar de Virgilio fue afectada o, por lo menos, amenazada por la confiscación, es algo que no se 'O6 La identidad del Cinna salvajemente asesinado por el populacho con el poeta Helvio Cinna parece clara en las fuentes antiguas (PLuT., Caes. 68, Brut. 20; VAL. MÁx., 9, 91; SUET.,Iul. 85), sin embargo, ha sido objetada por M. E. DEUTSCH,«The murder of Cinna, the poet)), CJ 20 (1925), 326-336, esp. pág. 336; contra 1. P. WISEMAN, Cinna the Poet, and other Roman essays, Leicaster, 1964, pág. 46. Debemos esta información a la amabilidad del Dr. X. Ballester. 107 «Así que Filipos vio por segunda vez enfrentarse entre sí con armas iguales ejércitos romanos)), C. 1 489-490. Sobre el sentido de la expresión iterum (((segunda vez))), véase, J. L. VIDAL,«La biografía de Virgilio escrita por Focas)), cit. en n. 40, pág. 11, nota 29.

puede poner en duda. Por muchas que sean las reservas aconsejadas por lo extendido de la interpretación alegórica con fines biográficos de las obras del poeta 'O8, el testimonio del ya citado Catalepton VIII, mas el de las Bucólicas primera y novena, las supera. Es evidente que en la primera de estas composiciones es Virgilio quien habla, quien manifiesta el temor por la suerte que pudieran correr Mantua y Cremona y la esperanza de que, si fuere aciaga, la villa de Sirón acoja a su familia. En la primera Bucólica, por otra parte, aparecen contrastadas la suerte del pastor Títiro, que goza tranquilo de sus bienes, y la del desdichado Melibeo, desposeído de sus tierras por un impius miles, un «impío soldado», y obligado a exilarse; es la situación de Melibeo la que parecen sufrir todos («por todas partes en los campos jes tan grande el tumulto!))), por eso pregunta asombrado a Títiro a qué debe su fortuna, y Títiro la atribuye al favor de «aquel joven» (illum ... iuuenem), a quien acudió en Roma: él desde entonces será para Títiro deus, «un dios». En la novena Bucólica, en cambio, reina la tristeza; el pastor Meris desengaña a Lícidasi Menalcas, el amo del primero, no ha conservado sus tierras y de entre el lamento de Menalcas Meris recuerda una queja, de curiosa precisión geográfica, por poética que sea su melancolía: «Mantua, ;ay!, demasiado cercana de la infeliz Cremona». Ésa es la literatura y desgraciadamente desconocemos la cronología literaria: no sabemos en qué orden se escribieron esas dos piezas. Sin embargo la narración de los hechos parece ordenada y suficientemente precisa en las Vitae, por ejemplo, VSD 19: 'O8 Sobre el alcance de la interpretación alegórica en la redacción de las Vitae Vergilianae, recuérdese lo dicho más arriba en especial en la nota 23.

...y [Virgilio] pasó a las Bucólicas, principalmente para celebrar a Asinio Polión, Alfeno Varo y Cornelio Galo, porque en la distribución de las tierras que, después de la victoria de Filipos, se repartían entre los veteranos, por mandato de los triúnviros, al otro lado del Po, lo habían dejado indemne.

Pero con estos datos hay que extremar la cautela, puesto que ya desde la Antigüedad se creía firmemente en el carácter alegórico de las Bucólicas y esto indujo a los intérpretes a ir más allá de los límites impuestos por el mero sentido literal; pero, si de un lado es legítimo ratificar la naturaleza alegórica de estas Églogas, de otro parece imposible, especialmente allí donde la transposición es total, desentrañar el hermetismo simbólico, extrayendo de él rasgos particulares que sean reconducibles a realidades concretas y circunscritas; cosa, en cambio, posible sólo en el caso en que dicha transposición no haya podido realizarse del todo.

Así se expresa al respecto K. Büchner, a nuestro juicio con compleja precisión ' O 9 . Vayamos ahora a los hechos que conocemos históricamente. Después de las campañas de los años 43 y 42 a. C. y, concretamente, después de la batalla de Filipos (octubre del 42), los triúnviros se encontraron con el grave problema del licenciamiento de sus tropas veteranas. Para repartir tierras entre los ueterani -más de 200.000 después de Filipos- se habían designado de antemano dieciocho ciudades, entre ellas Cremona, ciudad hostil al partido de Octaviano. Las tierras confiscadas pertenecían por lo 'O9 K . BUCMER, Virgilio, trad. cit., pág. 42. Extremar la cautela no quiere decir multiplicar los argumentos para encontrar debajo de cada afirmación de las Vitae los frutos de una ((interpretación alegórica» tardía de un pasaje virgiliano, con lo cual nada de aquella se salva. Es el hipercriticismo que Büchner (págs. 27, 42-43) reprocha a Diehl (cf. Die Vitae Virgilianae, cit. en nota 18, esp. pág. 15).

común a la pequeña burguesía rural -el mundo que sentía como suyo el propio Virgilio-, que así pagaba su adhesión a la causa conservadora -o constitucional, se podría decir-. Después de Filipos Antonio había dejado Italia a Octavio de muy buen grado, porque una de las tareas que allí le esperaban era la de adjudicar a los veteranos las tierras a que tenían derecho, lo que haría especialmente impopular y expondría a mil peligros al hombre encargado de tal misión. Octavio aceptó aquella tarea con una aparente indiferencia, dispuesto a vencer todos los obstáculos 'lo.

Inmediatamente después de Filipos el mando de la Galia Cisalpina había recaído en el legado de Antonio, Asinio Polión, a quien tocaba también encargarse de las expropiaciones de tierras "l. Pero cuando en la llamada guerra de Perusa (febrero del 40) -una más de las violentas confrontaciones entre Marco Antonio y Octavio, que parecía iba a desencadenar la guerra civil, aplazada esta vez por la paz de Brindis (octubre del mismo año)- los antonianos fueron derrotados, Asinio Polión fue sustituido por Alfeno Varo, legado de Octavio, aunque Polión permaneció en la Cisalpina como comandante del ejército allí destinado. A partir de entonces era competencia de Varo el reparto de tierras y justamente a su lado o como subordinado -en una situación que es difícil de precisar- aparece un tercer personaje, Cornelio Galo. Desde luego, todos estos personajes históricos aparecen en las Bucólicas y eran amigos de Virgilio. El hecho mismo de que el poeta pudiera apelar directamente a ellos, incluso al mismo Octaviano -como es legítimo deducir de la primera Bucólica-, "O P . GRIMAL (comp.), La formacidn del imperio romano, trad. esp., Madrid, 1973, pág. 199. Cf. J . ANDRÉ, La vie et I'oeuvre d'Asinius Pollion, París, 1949, esp. págs. 19-22.

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y de que gozara con ellos de un trato familiar nob :emuestra el prestigio que había alcanzado ya antes o al principio de la composición de su obra canónica. Asinio Polión, que era seis años mayor que Virgilio, fue indudablemente su patrono, no sólo en la sociedad civil, sino también en los círculos literarios: Polión ya se había afianzado en la escena literaria romana alrededor del año 60 y había merecido la aprobación del mismo Catulo y fue en el ambiente de los poetae noui donde trabó amistad con Virgilio. Amigo de ambos era Cornelio Galo, casi coetáneo de Virgilio, quien lo conocía desde que ambos se encontraron, jóvenes y provincianos -Galo había nacido probablemente en la actual Frejus, en la Provenza-, en los cenáculos literarios romanos. Polión, que llamaba a Galo farniliaris rneus (Cic., Ad farn. 10, 32, 5), fue quien lo presentó a Octavio, cerca del cual desarrollaría una brillante carrera política hasta caer en desgracia. Como poeta, Galo ya era famoso cuando Virgilio compuso la sexta Bucólica, en la que le rinde tributo de admiración. Alfeno Varo, en fin, era cisalpino como Virgilio, pues había nacido en Cremona entre los años 90 y 80 a. C. y, también como Virgilio, había sido discípulo de Sirón. Hasta aquí lo que sabemos históricamente. Para obtener más información sobre el curso de los acontecimientos y la manera en que resultó afectado Virgilio, hay que recurrir a las Vitae y a los comentaristas virgilianos, y ya sabemos los riesgos que ello comporta. La suerte de las tierras de Virgilio estuvo, desde luego, en manos de estos hombres. La tesis clásica es que los tres actuaron como triúnviros agris diuidundis («para el reparto de las tierras») '12, llZ Con inclusión de Asinio Polión, a pesar de su oficial desvinculación del gobierno civil de la Cisalpina. Cf. J. BAYET,~Virgilet les trium-

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